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Relato de la participación de Fernando Aguilar en  el 3er Campeonato Mundial de Go-Oza.

Hola a todos los amigos.

De regreso de Japón, mando aquí un breve relato de mi participación en el 3er Campeonato Mundial de Go-Oza, Copa Toyota-Denso. Las últimas semanas previas al viaje no estuve muy bien de salud, lo cual influyó en mi estado anímico, por lo que se me hizo necesaria una preparación especial para el torneo.

En primer lugar, aportó significativamente la buena onda general que hubo en el congreso, que se desarrolló justo los días previos al viaje. Participé los últimos dos días en el torneo abierto, en la charla sobre "el concepto de vida en el juego de go", en la partida de ren-go, un rato de una clase introductoria de Franklin, y en el torneo de acertar jugadas. El torneo abierto lo ganó Yang (padre) de manera impecable. Creo que mi nivel de juego no fue malo, pero la partida que perdí se debió más que nada a aciertos de Yang. Terminé segundo desempatando por SOS con Diego. El torneo de acertar jugadas me puso en situación de explicar algunas características del juego profesional. Fue todo muy lindo, en particular el grado de involucramiento de los participantes, y la definición final entre Jorge y Santiago a "piedra, papel y tijera" fue muy emocionante. El resto de la preparación la realicé con mis acostumbradas "asambleas de grupo interno", durante el viaje y al llegar luego en el hotel.

La ceremonia inaugural se realizó en un salón del mismo hotel en el que nos alojábamos. Pude ver que se seguía hablando de mi desempeño durante el primer torneo por la Copa Toyota, que se realizó 4 años atrás. Entonces me propuse hacer en el momento del sorteo un discurso un poco más largo que las habituales palabras de compromiso que se suelen decir en ese momento.

Sucede que hace dos años, con ocasión del segundo torneo, el recientemente designado director de la Nihon Ki-In, Kato Masao 9-dan, tuvo palabras sumamente elogiosas sobre aquel desempeño mío. En ese momento había aires de renovación en el go profesional japonés, y un directivo de la Corporación Toyota expresó claramente el apoyo a través del patrocinio. Sinceramente, en esa oportunidad me quedé con las ganas de decir algo más que las palabras de protocolo, y tiempo después hubimos de lamentar el fallecimiento de Kato Sensei.Así que esta vez lo busqué a James Davies, que haría de traductor, y preparé con él un pequeño discurso en el que recordé una experiencia de haber manejado una pick-up Toyota en los caminos de barro de Formosa (con el riesgo de quedar atascado o de caer fuera de la ruta), comparándola con el desafío de enfrentar a un profesional como Hasegawa Sunao 9-dan durante más de 6 horas.

Con el clima festivo que había, dudo que alguien haya escuchado, pero al menos me saqué el gusto de decirlo. Otros discursos fueron el de Fen Yung, la profesional 7-dan que representaba a Norteamérica junto a Jiang Mingjiu 9-dan, que dijo algo así como que "el resultado no era lo importante", y el de Alexander Dinerchtein, presentando el equipo europeo compuesto también por Guo Juan y por Ilya Shikshina, un chico ruso de 16 años de edad y categoría 6-dan amateur.

En el sorteo pasé en penúltimo lugar, antes de Yang Shihai, un profesional 8-dan de Hong Kong que representaba al resto de Asia, África y Oceanía. En la caja quedaban dos bolas. La que retiré correspondía a Chou Chunhsun 9-dan de Taiwan, mientras que la restante definió el enfrentamiento de Yang Shihai con el ruso Ilya. Me pregunto qué hubiera pasado si yo retiraba la otra bola, dado que la regla solía ser que no podían enfrentarse jugadores amateurs entre sí.

Estudié algunas partidas de Chou, a quien ya había enfrentado una vez por la Copa Fujitsu (perdí por 10,5 puntos). Le gusta jugar en tercera línea y armar posiciones sólidas, plantear un partido territorial y ganar en el yose. No llegué a definir una apertura en particular a plantear, así que esperé a ver qué sucedía en el momento.

A la mañana nos pasó a buscar un ómnibus por el hotel. Conversé un ratito con Alexander Dinerchtein, quien debía enfrentar a Lee Changho. Me dijo que había jugado con Chou Chunhsun, que tiene la costumbre de jugar rápido.

En el sorteo me tocaron las negras, y arranqué con una jugada en hoshi. Como respondió en un rincón adyacente, pasé unos minutos decidiendo entre un fuseki paralelo y uno cruzado. Me incliné por este último, y ante la jugada en hoshi de mi rival, me pareció natural continuar en tengen. Si hubiera jugado en komoku, mi plan era hacer un kakari.Me dio la impresión de que mi planteo de apertura le resultó divertido a Chou, que siguió jugando con bastante rapidez.

Jugamos sucesivamente varios josekis, pero la disposición final resultó razonable para mí y dejó un poco insatisfecho a Chou.

Sin embargo, en el comienzo del medio juego hizo una maniobra para cortar mis grupos, y respondí de un modo que me resultaría más fácil sacrificar unas piedras, pero que me dejó en gote, por lo cual Chou quedó automáticamente en ventaja.

Aparentemente eso lo hizo confiarse, porque cometió sucesivamente 4 ó 5 imprecisiones. Esto me permitió emparejar el juego y tomar la iniciativa con el ataque a un grupo. En el momento decisivo tenía la opción entre solidificar mis posiciones dejándolo vivir, o insistir con el ataque para ganar algunos puntos de territorio. Me volqué por esto último, desoyendo los consejos de Kageyama, y me tendí mi propia trampa.

Si bien gané varios puntos de territorio, quedó atacado mi propio grupo, y me sorprendió el corte del almuerzo mientras pensaba alguna manera de defenderlo.

Me encontré con Eduardo y Martín, y fuimos a comer juntos. Pasé la hora con una charla muy animada mientras tomaba una sopa "ramen". A Martín se lo ve muy bien, muy contento estudiando japonés a full. Resulta gracioso que presta casi más atención a la estructura gramatical de lo que uno le dice, que al contenido mismo de lo que uno dice.

Cuando retomamos el juego, llegué a la conclusión de que debía entregar el grupo a cambio de un pon-nuki en el centro. El problema fue que terminé en gote, por lo cual quedé en desventaja. De ahí hasta el final mi rival continuó jugando sólido, tratando de asegurar el partido. Mi cálculo es que al empezar el yose estaba perdiendo por sólo medio punto, y ese hubiera sido el resultado si jugaba con precisión. Pero cometí un par de errores en byo-yomi y la diferencia final fueron 2,5 puntos.

Bajamos a la sala donde se juntan los profesionales a analizar las partidas y nos pusimos a comentar la nuestra, intercambiando tres o cuatro palabras en japonés a través de sus amigos chinos y de Eduardo y Martín, que también estaban por ahí. En el análisis, expresó su desagrado por la elección que hizo de uno de los josekis, que lo dejó con una posición incómoda. Después señaló el error que cometí, insistiendo en que con eso perdí el sente. Luego mostró las jugadas en las que se equivocó él, con una sonrisa crítica de su propio juego.

Pasamos luego a ver la pelea que se produjo en el centro y mostró una variante en la que habría quedado más seguro. Después le mostré la variante que había considerado para reforzar mi propio grupo, y para mi sorpresa, según lo que dijo que hubiera contestado, yo quedaba en sente. Analizó un ratito la posición resultante y llegó a la conclusión de que yo hubiera quedado en ventaja. Según notó Eduardo, lo dijo con un dejo de tristeza. Finalmente, confirmó que el resultado final de la pelea lo dejó a él con una pequeña ventaja, en un tono que daba a entender que se sentía seguro de ganar.

Nos quedamos un rato viendo cómo iban terminando las otras partidas y después Eduardo nos invitó a Martín y a mí a comer "unagi" en su casa con Noriko y Rui. Fue una velada realmente muy linda, aunque al final me caía de sueño, por el cansancio del día y por los problemas del cambio de horario. Es siempre estimulante la participación en estos torneos, y me siento muy bien recibido en Japón. En cuanto al resultado, es satisfactorio perder por tan poca diferencia frente a un 9-dan profesional. Me sirve además para tomar confianza en mi propia fuerza, ya que pone en una buena perspectiva aquellos dos triunfos. Ahora bien, tal como se dieron las cosas, creo que el partido estaba como para ganarlo, y sólo me faltó una pizca de fe. Otra vez será.

Saludos:
Fernando.

 

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