En septiembre de 1978, Jorge Luis Borges publicó en el diario La Nación un poema breve y memorable dedicado al go.
La presencia del go en la obra de Borges —aunque fugaz— ha despertado la curiosidad de lectores y jugadores por igual. ¿Cómo llegó este milenario juego oriental a las manos del escritor?
La respuesta nos la brinda Raúl Podetti, aficionado argentino al go, en un testimonio que compartió por correo electrónico en 2012 a los socios de la AAGo, y que publicamos aquí.
"Hola Horacio, gracias por tu mail en que Wayne Nelson pregunta en qué se basó Borges para escribir el poema sobre el go.
Yo sé algo: en los años setenta yo vivía en la calle Coronel Diaz, cerca de Libertador y frente nuestro vivía María Esther Vazquez discípula predilecta de Borges y amiga de mi mujer y mía.
Una vez que nos visitaba le mostré muy contento el tablero y las piedras de Go que había recibido de Japón y tenía en mi living, ella se interesó y me pidió que le contara sobre el juego porque dijo que lo conversaría con Borges.
Después que le dije de mi aprendizaje con Hilario Fernández Long, mi recordado profesor en Ingeniería, y le conté sobre la historia del juego me pidió unas piedras negras (de pizarra) y unas blancas (de la concha de avalon).
Luego que apareció el poema en La Nación me devolvió las piedras y me señaló cómo esas piedras están presentes al principio de los versos:
Hoy nueve de septiembre de 1978,
tuve en la palma de la mano un pequeño disco
de los trescientos sesenta y uno que se requieren
para el juego astrológico del go,
ese otro ajedrez de Oriente.
Por supuesto le puedes contar a tu amigo Wayne sobre ésto.
Saludos cordiales de,
Raul Podetti"
Desde la Asociación Argentina de Go, agradecemos a Raúl Podetti por compartir esta historia que conecta nuestro juego con una de las figuras más universales de la literatura argentina.