Crónicas del Torneo Argentino 2018 en Rosario

Aníbal Gómez de la Fuente

27 de agosto de 2018

Llegué a Rosario el viernes 17 a las 8 menos cuarto luego de un viaje en el que me enteré, gracias a mis conversadores compañeros de viaje, que la manera más barata de viajar a Rosario en colectivo es en la empresa El Pulqui, que de casualidad tomé simplemente pues era el primero que salía a las 15.15, luego de haber llegado a Retiro. La alternativa, más barata aún, es el tren en el que hay que invertir por lo menos una hora más de viaje.

Gracias a las indicaciones de Gisella, sabía qué colectivo tenía que tomar para llegar hasta el alojamiento. De camino a las paradas, todavía dentro de la estación y fumando el cigarrillo de rigor luego de un viaje de más de un par de horas, me encontré con Francisco, que se desayunó, gracias nuevamente a las indicaciones que me dio Gisella, que la tarjeta SUBE no funciona en los transportes públicos en Rosario. Le pedimos a alguien que nos compre los boletos con la tarjeta local y le dimos las gracias y el metálico.

Llegamos con bien hasta el alojamiento en dónde descubrí que era un colegio de hermanos Lasallanos. Un conserje que evidentemente no había hecho votos de silencio, nos llevó hasta las habitaciones en un segundo piso y nos explicó con todo detalle el funcionamiento del lugar. Hasta nos presentó a dos de los tres hermanos que viven en la residencia, el hermano Bruno, a quién me quedé con ganas de preguntarle si era cierta aquella frase que se le atribuye a Giardano Bruno: “¡no me quemen, soy Giordano!”, y el hermano Miguel, con el que también estrechamos las manos. Su mano flácida y húmeda me hizo tener oscuros pensamientos sobre acontecimientos poco felices de aquellos que suceden en pasillos y aulas de algunos colegios religiosos.

Dejamos los bolsos y salimos con Francisco hacia La Tagliatta, un restaurant a unas 4 cuadras en donde nos encontramos con muchos de los jugadores de go que participarían del torneo. La especialidad del lugar eran pizzanesas de tamaños irreales, neologismo que describe brevemente lo que yo llamaría una milanesa a la napolitana gigante. Me llamó la atención la habilidad del mozo para sostener bandejas muy desequilibradas. Me vio mirándolo y me preguntó qué pasaba. Cuando le expliqué lo que me sorprendía me dio una clase de cómo sostener bandejas.

Hace muchos años que no jugaba un torneo presencial y fue una experiencia muy grata. El juego presencial tiene más dimensiones, en donde uno puede percibir el estado de ánimo del oponente, jugar con el lenguaje corporal, jugar con el reloj, y a veces un poco, jugar con la palabra.

El edificio en el que tuvo lugar el torneo, antiguamente un Banco Nación y actualmente un centro cultural, era realmente precioso. Algunos friolentos se quejaron un poco pero para mí la temperatura era tolerable. Además, pienso que la comodidad y belleza del lugar, bien valían el pequeño sacrificio térmico.

El torneo se jugó con sistema suizo a 6 rondas con tiempo principal de una hora por jugador más byoyomi canadiense de 15 minutos para 25 piedras. El comisario del torneo fue el profesional koreano de visita, Lee Eodeokdung, 2p.

Mi primera partida fue contra Fernando Define. Sobre el final del fuseki Fernando dejó un grupo desatendido para jugar un punto grande y me dio la oportunidad de tomar ventaja con el ataque. Al final, el grupo murió y la partida quedó definida. Mi segunda partida fue contra José Onega. En un momento del fuseki, en un joseki quise tomar ventaja haciendo un overplay. Quería terminar la partida rápidamente pero la avivada me salió muy mal. José castigó correctamente el overplay y tuve recuperar con paciencia. Mi grupo atacado se las arregló para salir hacia el centro y para atacar a los lados. Al terminar el chuban, tenía una ventaja que José no pudo remontar en el yose. Dos puntos.

Luego de los comentarios de Eodeokdung, al que acusaron de explicar cosas muy complejas, enfilamos hacia Puerto Gaboto, un restaurant de pescados recomendado por los locales. Comimos muy bien, Pacú y Surubí. Para no ir a dormir directamente luego de haber comido tanto, me puse a leer sobre Sebastián Gaboto (o Caboto), que fundó a 50 kilómetros de Rosario una ciudad llamada Sancti Spiritus que terminó llamándose como su fundador. Un tal Luis Ramírez tripulante de la expedición escribió en 1528 una carta a sus padres:

Esta es gente muy ligera; mantiénense de la caza que matan y en matándola, cualquiera que sea, la beben la sangre, porque su principal mantenimiento es, a causa de ser la tierra muy falta de agua. Esta generación nos dio muy buena relación de la sierra y del Rey Blanco, y de otras muchas generaciones disformes de nuestra naturaleza, lo cual no escribo por parecer cosa de fábula, hasta que placiendo a Dios Nuestro Señor, lo cuente yo como cosa de vista y no de oídas.

Luego de mi lectura nocturna, no quería que me toque ningún rosarino, temiendo que quedara algún resabio de aquella ligereza y gusto por la sangre. Si bien no me tocó jugar con un rosarino, me tocó un Santafecino. Mi tercera partida fue contra Santiago Tabares. Qué cosa, uno se acuerda más de las partidas que gana que de las que pierde. La cuarta fue contra Matías Chávez. Luego de un fuseki parejo y de un peleado chuban, quedé con cierta ventaja. Luego de un intercambio de yose se produjo un corte que Matías no vio y la partida quedó irreversiblemente a mi favor. Tres puntos.

Luego de los comentarios del pro (esta vez nos tuvo clemencia y los comentarios fueron menos complicados), fuimos a descansar un rato.

Esa noche hubo una nutrida concurrencia en Beer Friends, un lugar para picadas y hamburguesas con cervezas artesanales. Yo le dediqué toda mi atención a una Porter que estaba muy buena. La moza que nos atendía en un primer piso estuvo sobrepasada por las demandas de los contertulios, lo que de ninguna manera fue motivo suficiente para que no disfrutáramos la reunión y la comida.

Mi quinta partida fue contra Francisco D’albuquerque. Durante el fuseki Francisco cometió un error en un yoseki, seguido por un error de lectura y la partida rápidamente se inclinó a mi favor. Al comienzo del chubán, tenía un grupo grande capturado y la diferencia era irreversible. La última y sexta partida fue contra David Pollitzer. Fue una de esas partidas en donde resulta difícil saber quién está en ventaja. Luego de capturar unas piedras que cortaban en el centro del tablero me pareció que la partida estaba a mi favor por un poquito. Ya casi al final del chubán corté y capturé un grupo grande que calculo me daba una ventaja de, por lo menos, 30 puntos. David siguió jugando con tenacidad, reduciendo puntos por todos lados. Yo me dejé reducir contando todo el tiempo. La partida terminó con 7 puntos a mi favor. Cinco puntos y final del torneo.

Eodeokdung comentó la partida entre Aguilar y Soon. Fue la final. Para mí fue notable lo bien que jugó Soon contra un adversario como Aguilar, cometiendo muy pocos errores como pudimos ver en los comentarios. Felicitaciones para él, y para el campeón Argentino 2018 Fernando Aguilar.

Fuimos luego a comer a una parrilla a unas pocas cuadras del lugar en donde jugamos el torneo. Estuvo como siempre muy bien.

Quiero mencionar un par de discusiones que escuché. Una tiene que ver con la queja de algunos jugadores sobre la actitud de algunos otros de no abandonar partidas perdidas, buscando deliberadamente el error del oponente. Pienso que el que no abandona está en todo su derecho, y que uno debe jugar las partidas ganadas con mucho cuidado, con toda atención. Pienso que esta actitud frente a las partidas ganadas es parte de la fuerza de un jugador.

La otra discusión es sobre el método de torneo. Básicamente si suizo o mcmahon. No tengo una posición clara al respecto. Tal vez, en algún momento, sería bueno un intercambio en la lista sobre el tema.

La frutilla del postre fue una partida entre Lee Eodeokdung y Fernando Aguilar el martes por la mañana. La partida tuvo lugar en el centro de arquitectos, un lugar muy cómodo con una pantalla gigante, con comentarios de Santiago Tabares durante la partida, y de Lee luego de ella.

Luego tuvimos un almuerzo en la costanera. Comer con vista al río es bárbaro. Como siempre todo muy bien. Nos terminamos de despedir hasta la próxima.

Todos los rosarinos que conocí antes de ir a este torneo, se ufanaban de una jerga que se llama gasó o rosarigasino de origen incierto. Para hacer gala de mis habilidades políglotas, había preparado un par de frases para sorprender a algún rosarino en un comentario de partida (aunque no tuve la oportunidad): “el salto del mono” sería “el sagasalto del mogasono” (mogasono suena muy japonés, ¿no?). Pensando en esta pavada, me di cuenta de que “el salto del mono” para los rosarinos debería llamarse “el salto de los monos”.

El balance desde mi punto de vista es muy positivo. Valoro enormemente el esfuerzo del club de Rosario, que se lució en la organización de este torneo argentino 2018. Muchas gracias a todos ellos. Fue muy bueno para mí poner caras a los nombre que leo en las lista de go. Me encantó conocer a muchos de los jugadores que van levantando su categoría, y me puso muy contento comenzar nuevas amistades, en particular con José, Facundo, Soon y Francisco.

También valoro enormemente el esfuerzo de nuestro actual presidente, Santiago Laplagne, que dedicó muchísimo de su tiempo y esfuerzo para que la estadía del jugador profesional que nos visitó sea placentera.

Como hablábamos con Fernando, el go en este momento está viviendo un muy buen momento. Felicitaciones a todos los responsables.

La semana de go no terminó allí para algunos. El miércoles, el pro dio simultáneas en Exactas, en el pabellón 2 de Ciudad universitaria. Fueron 12 partidas de las que ganó 11. Harold salvó el honor ganándole por 1 punto en una partida de 7 piedras de hándicap. Mi partida fue con 6 piedras de hándicap. Se desarrolló una pelea en el centro en la que un grupo me quedó con mala forma. Si bien pude conectar el grupo, el blanco ganó muchos puntos en el sector inferior del tablero. Luego en una lucha de ko por puntos en el rincón superior derecho que gané cediendo otros puntos en la parte inferior, la partida quedó definida a su favor por alrededor de 5 puntos de acuerdo a lo que pude contar, y abandoné sin jugar el yose.

El jueves por la mañana mientras me hacía un café prendí la TV y en un noticiero había un reportaje sobre el paro universitario en donde se mostraba el pabellón 2. Grande fue mi sorpresa cuando los vi a Harold y a Santiago, que los tomaron en la imagen de pasada. Por supuesto, y lamentablemente, no hubo mención de las simultáneas.

La noche del miércoles nos reunimos unos 7 a comer en un restaurant koreano en el barrio de Flores. La comida fue excelente, y la compañía fue aún mejor: el pro, Soon y señora, Nahuel, Santiago, Diego y el que escribe: un cierre inolvidable para una semana de go.

Saludos,
Aníbal

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